“Deseamos afirmar nuestra convicción respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso, sino como una vía, ciertamente entre otras, que trabaja al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino y que es capaz de hacer retroceder la pobreza y la exclusión”.
“Deseamos afirmar nuestra convicción respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso, sino como una vía, ciertamente entre otras, que trabaja al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino y que es capaz de hacer retroceder la pobreza y la exclusión”.