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Mujer relajada meditando

Proteger la salud mental es la antesala al cuidado de la salud física. Estos tiempos de COVID nos traen, junto con los desafíos, grandes enseñanzas.

La incertidumbre que estamos viviendo provoca preocupación, miedo a lo desconocido y angustia en cuanto a los cambios a enfrentar. 

Todo es comprensible y normal. Sentir inquietud, pasar de la risa al llanto o de la melancolía a la pasión, se hace difícil de administrar.

Es normal que no estemos bien, que por nuestra mente pasen miles de proyecciones contradictorias. 

Es la primera vez, en la historia que conocemos, que toda la humanidad se enfrenta a un mismo proceso, de duelo.

Al igual que cuando viajamos en barco y nos toca pasar por una gran tormenta, no sabemos cuándo llegaremos a la costa y con qué nos encontraremos allí.

La humanidad entera se enfrenta a un cambio de modelo, un cambio de era, de paradigma. ¡Un duelo! Algo se va, para no volver. 

Es un tiempo muy rico en oportunidades pero lleno de desafíos que, mal gestionados, pueden llevarnos al estrés físico y mental.  

De alguna manera, todos estamos pasando por algún tipo de pérdida:

  • los niños no juegan con amigos;
  • los adultos mayores están solos;
  • los jóvenes no saben si estudiar o darse a la pereza hasta que “esto pase”;
  • algunos perdieron su empleo, otros ven en peligro su empresa de toda la vida;
  • la muerte nos toca de cerca…
  • de la libertad, del abrazo, los amigos…o el miedo a caer enfermo.

Qué es un duelo y cuáles las fases por la que se pasa

Un duelo es un proceso interno que se produce por una pérdida de cualquier tipo pero que afecta nuestra integridad física y emocional. 

No solamente estamos hablando aquí de la muerte física de un ser querido sino de cualquier tipo de cambio que se sienta como una pérdida. 

El primer paso es reconocer que estamos en un proceso de duelo, que algo hemos perdido y que no lo recuperaremos. 

A partir del reconocimiento, el darnos cuenta -que no necesariamente implica aceptación-, comenzamos a poner a prueba el bagaje de conocimientos y las capacidades que hemos logrado desarrollar. 

Saber que estamos ante un proceso de transición implica reconocer nuestro duelo, y sus fases:

1 – Negación

La primera reacción es la negación, porque nos aporta la confianza que necesitamos para mantener el equilibrio físico y mental. La utilizamos como una respuesta natural que ayuda a amortiguar el golpe y recuperar fuerzas. 

Es la etapa de la limpieza -exterior-, el acomodar las cosas que nos rodean de una manera diferente, o de pasar largas horas haciendo “nada”. Es decir, nada que nos ayude a salir de la inacción o de las acciones irrelevantes.

2 – Enojo 

Una vez reconocido el duelo, se suelen despertar emociones de enojo, ira, decepción, rabia, que ponen en actividad la secreción de ciertas hormonas que no favorecen nuestra salud.

Lo ideal es pasar rápidamente de esta fase a la próxima, para proteger nuestra salud mental y física 

Dependiendo de nuestra resiliencia, de la capacidad que hayamos desarrollado para adaptarnos a los cambios de manera positiva, este proceso será más corto o más largo. 

3 – Negociando con la realidad 

Ya dejamos de cambiar muebles de lugar o de limpiar hasta las paredes para comenzar a mirar hacia adentro y afuera, al mismo tiempo. 

Aparecen los pensamientos del tipo:: ¿Y si…?….Bueno, quizás no sea tan así…¿Qué habría pasado si…? Ya pasará. 

La imaginación trabaja a mil por hora buscando las maneras de volver al punto anterior a la pérdida. La aceptación del cambio está lejos todavía. Las hormonas siguen alteradas; la adrenalina y el cortisol por las nubes apuntan a un estado de estrés. 

4 – Tristeza, melancolía, depresión 

Cuando la mente deambula por el pasado, surgen la melancolía y la tristeza por lo no realizado. Y cuando se proyecta en exceso hacia el futuro, aparecen la angustia, el miedo y la ansiedad ante lo incierto. 

Estas emociones desequilibran la mente y afectan la salud. El miedo, la inseguridad, la desconfianza, activan el cortisol y la adrenalina

Ambas hormonas son importantes para poner en estado de alerta a nuestro cuerpo y prepararlo para reaccionar ante las adversidades. 

Pero, al mismo tiempo, paralizan el sistema inmunológico de manera que toda nuestra atención esté puesta en resolver ese problema. 

Ya sabemos que un sistema inmunológico fuerte y activo es lo que nos previene de las enfermedades por lo que, proteger la salud mental, es sinónimo de no enfermar. 

¿Conclusión? Es importante reconocer y procesar todas las emociones, tanto el enojo como la tristeza para, rápidamente, entrar en la última fase. Esta es la mejor forma de proteger la salud mental y física. 

5 – Aceptación

Aceptar es reconocer que el dolor está ahí, que la pérdida es irreparable y que, a través de la pérdida, aprendo de mí mismo y encuentro nuevas formas de vivir en el mundo. 

La aceptación no es lo mismo que la resignación, ya que este estado me lleva a la impotencia y el desempoderamiento.

Tampoco significa que necesito estar de acuerdo con cómo se dieron los sucesos de mi vida. Significa que aflojo la presión y me desprendo del pasado.

También entiendo que no puedo controlar lo que me sucede, sino decidir qué hago con lo que me sucede. Puedo determinar con qué actitud afronto el proceso.

La aceptación es un proceso activo, es creativo, y generador de otro tipo de hormonas como:

  • la dopamina, que genera confianza y motivación para salir de la parálisis. 
  • la serotonina comenzará a activarse cuando nuestra mente empiece a descubrir nuevos horizontes y sienta satisfacción y bienestar.
  • la oxitocina cuando, por fin, logremos abrazar, o abrazarnos a nosotros mismos, sintiendo seguridad ante el proceso. 
  • Una vez que alcancemos la aceptación consciente, surgirá nuevamente, la pasión por la vida y con ella, se activarán las endorfinas, que acompañarán nuestra energía creadora. 

La aceptación consciente nos conduce a flexibilizar nuestra comprensión. Comprender que estamos ante un proceso intrínsecamente inestable y que está bien “no estar bien”. 

Proteger la salud mental en 3 pasos

1 – Reconocimiento de la situación

Tomar consciencia de que estamos pasando por un duelo, que todos hemos perdido algo y que, para poder asumir la transición, debemos superar ese proceso. 

2 – La importancia de proteger la salud mental 

Nuestra salud mental depende mucho de la capacidad que tengamos de estar presentes. Es difícil, todos lo sabemos, pero necesario. 

Mientras más viva en el pasado o me proyecte hacia el futuro, la incertidumbre me atrapará, perderé la armonía y la paz. 

Estar presente significa aprender a vivir cada instante en un estado de atención consciente.

Podemos armonizar nuestro estado mental con el estado de nuestro cuerpo y, más importante, encontrar coherencia con el corazón. 

Observar atentamente, enfocar la mente en el ahora, en lo que tengo, en apreciar el presente momento y abrirme a la gratitud. Esto es lo que llamamos alcanzar la atención consciente. 

Acompañar este proceso con actividad física, moviliza la circulación de la sangre y ayuda a limpiar el organismo de las toxinas que la mente genera. 

Prácticas como la danza primal, el running, yoga, taichi, ciclismo o mindfulness contribuyen a que cuerpo y mente actúen en sincronía, fortificando el sistema inmunológico, que es la coraza de nuestra salud. 

3 – Reconocer cómo funciona el estrés

Vivir en el temor y la incertidumbre, provoca que las glándulas que generan las hormonas del estrés, envíen cortisol y adrenalina a la sangre, de manera constante. 

Que el cuerpo soporte esta situación por largos períodos mantiene el sistema inmune paralizado y crea un estado de estrés permanente que deteriora la mente y el cuerpo.

Una forma de proteger la mente y, en consecuencia, asegurar la salud de todos los sistemas corporales es desarrollar mecanismos sanos, conducentes al mantenimiento del equilibrio psicofísico. 

La elección de los recursos que nos conduzcan a la homeostasis, es personal. Ya nombramos algunos pero serás tú quien identifique cuál es la manera más adecuada para alcanzar tu salud y bienestar. 

Qué aprendizajes nos trajo el COVID

Comenzamos mirándolo como a un enemigo peligroso y nos protegimos de todas las formas que nos mostraron. También desarrollamos algunas fobias o temores en el camino.

Poco a poco, algunos han aprovechado este tiempo de pausa para mirar hacia adentro, para cambiar y mejorarnos como personas y hasta a mirar el Covid de forma diferente.

¿Sabías que hay quienes le cambiaron el nombre y ahora lo llamamos CONVIDA 20?

Las palabras son poderosas; construyen realidades y nuestro mundo

Es importante reconocer su carga emocional y cómo las frases que nos estamos repitiendo, cambian por completo nuestra realidad.

A este nuevo actor Covid le podemos agradecer por ayudarnos a:

  • Mirar hacia adentro, un lugar desconocido y que teníamos descuidado. Y aún más importante: para saber quiénes somos y qué hacemos aquí. 
  • Saborear las pequeñas cosas, como el rayo de sol colándose por la ventana, el gusto por una comida disfrutada sin prisas, o el sonido del agua sobre nuestro cuerpo. 
  • Concentrarnos en lo importante, en lo vital.
  • Tomar consciencia de lo poco que precisamos para vivir felices.
  • Darle más atención a los afectos y percibir la calidez que hay en un abrazo.
  • Alcanzar una mirada más trascendente de la vida, descubriendo nuestro propósito vital.

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Margarita Pareja-Stoyell imagen de perfil

Margarita Pareja-Stoyell

Margarita es una MSc. en Psicología y Conflictología, especializada en psicología integral. Docente de la Escuela de Psicología Transpersonal Integral y la USFQ, Co-fundadora de Beyond Be Extraordinary.