¿Está la 'ayuda' causando más mal que bien?
Suena difícil creer que la respuesta a esta pregunta pueda ser afirmativa. Sin embargo, cuestionarnos por qué la ayuda que damos o recibimos a veces no funciona de la forma en que buscamos, es necesario, más cuando gobiernos, organizaciones e individuos pasamos gran parte de nuestro tiempo buscando la solución a tantas problemáticas que se viven a diario.
Los que por suerte estamos de una u otra forma del otro lado, a veces confundimos la ayuda con el asistencialismo, la pobreza con la ignorancia y las oportunidades recibidas con la superioridad. Mucho de esto tiene que ver con el tipo de vocabulario que utilizamos "ayudar a los más necesitados". Es allí en donde, muchas veces sin querer, empezamos a poner etiquetas, crear supuestos y desarrollar proyectos que podrían estar lejos de solucionar la problemática para que la que han sido creados.
"Ayudar" como definición asume que una persona externa a una situación da, ayuda, salva o rescata a otra. Según Julia Kramer, estudiante de doctorado en ingeniería mecánica y diseño de metodología en el contexto de desarrollo global, el modelo necesidad/ayuda está estrechamente vinculado a ver a las personas "en necesidad" por lo que les falta y no por el valor de lo que tienen, asumiendo entonces que los que vienen a "ayudar" tienen la razón y el total conocimiento.
Este sentimiento consciente o inconsciente de sentirnos superiores al ofrecer ayuda a quien "más la necesita" ocasiona no solo que subestimemos a los otros sino que desvaloremos su potencial intelectual y emprendedor como lo dice Mia Birdsong, quien asegura que la pobreza no se genera por la falta de talento o inteligencia sino por la falta de oportunidades.
Todas estas creencias que el término "ayudar a los más necesitados" implica, nos opaca la mirada, construyendo relaciones verticales y obviando lo que en realidad la comunidad quiere y necesita. Por supuesto, no hay que dejar la problemática de lado, pero la forma de abordarla quizás esté más relacionada con lo que ya se tiene que con lo que falta.
¿Qué podemos hacer nosotras las organizaciones para cambiar esta mentalidad?
- Colaboración entre iguales - Eduardo Galeano nos lo decía "la caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo". No lograremos crear un mundo equitativo si desde el comienzo no pensamos y actuamos de tal modo. No somos los superhéroes que vienen a salvar a los desamparados, somos humanos, con capacidades y necesidades diferentes.
- Hacer más con la comunidad - no podemos seguir pensando en crear a ciegas proyectos e iniciativas si no involucramos a quienes serán los receptores de las mismas. Nadie conoce más sobre necesidad que quienes la viven a diario. Son evidentes los cambios extraordinarios a corto y largo plazo que tiene involucrar a la comunidad en la implementación de un proyecto desde su comienzo.
- Cambiar nuestro lenguaje - algo tan simple como las palabras que usamos puede marcar una diferencia en nuestro subconsciente y en la forma en cómo reaccionamos en un contexto determinado. Mia Birdsong habla de dejar a un lado algunas creencias, como pensar que el pobre lo es porque quiere o porque no tiene la capacidad cognitiva para superarse. Claramente estas diferencias mentales nos alejan más de lo que nos acercan. Este punto nos lleva al siguiente.
- No actúes bajo suposiciones - en ocasiones es muy fácil suponer que tratar de entender. Para conocer una realidad hay que vivirla y si no, tratar de entenderla desde sus actores, su contexto, pensamiento y expectativas. Muchas organizaciones e individuos pecamos en querer entender con números y cifras una realidad compleja, que necesita ser vista desde diferentes ángulos.
- Explora capacidades - todos tenemos habilidades, seamos conscientes de ello o no. Ayudar a otros a descubrirlas es una de las vías para el cambio. Integrar a la comunidad no solo en el diseño pero también en la puesta en marcha de nuestros proyectos ayudará directa o indirectamente a que quienes colaboren descubran sus fortalezas y se sientan útiles en contextos sanos, que a largo plazo pueda incentivarlos a tomar mejores decisiones.
La ayuda la necesitamos todos como humanos, desde cuando compramos un café y necesitamos de sus productores para consumirlo, hasta llegar a contextos mucho más complejos. Entonces, ¿será la forma en como otorgamos y recibimos la ayuda lo que nos puede estar parando a lograr el cambio que buscamos? Lo importante, ante todo, es no dejar de cuestionarnos.
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Desde mi trabajo como voluntaria ayudo a personas que no tienen acceso al sistema de salud en Nueva York traduciendo de inglés a español y vice versa eventos de salud gratuitos y gestionando actividades de divulgación. A su vez, coordino los medios sociales de la organización a la que sirvo.