"Historias chiquitas" de la pandemia
La pandemia no solo nos trajo pesares, también creó el contexto para que existan historias de solidaridad, trueque, empatía y colaboración mutua. Conversamos con Juan Zurita quien recopiló algunos relatos durante la pandemia que valen la pena conocer e inspirarnos con ellos. Te contamos un poco sobre cómo fue su proceso y qué hallazgos valiosos encontró en estas historias:
¿Qué te motivó a crear Historias Chiquitas?
Todo comenzó cuando enfermé, las fiebres de la COVID-19 se tomaron mi cuerpo y me postraron en mi habitación, allá en New Jersey en abril del 2020. Durante 15 días de encierro absoluto y cama rigurosa, no hice otra cosa que leer y seguir de cerca los noticieros de todo el mundo, la voz de expertos y gobernantes eran el audio de imágenes apocalípticas en internet, cientos de personas morían cada día solo en New York. Sin embargo, algo me faltaba. Y lo fui descubriendo al hablar con amigos y vecinos del barrio. Faltaban sus historias cotidianas, sencillas y asombrosas, aburridas o dementes.
En septiembre empecé a recopilar esas historias con unos cuantos conocidos, pero los preparativos para mi retorno y trabajos inmediatos hicieron que ponga una pausa a ese proyecto.
Llegué a Quito, Ecuador el 5 de febrero del 2021, tenía emociones enredadas y advertencias de amigos y familiares: “no vengas, no hay trabajo, la economía está terrible, hay mucho desempleo, la inseguridad ha crecido”, y un largo etcétera. Me instalé, y a la semana siguiente empecé con mi proyecto de video. "Historias Chiquitas" se convertiría en mi brújula, mi manual de sobrevivencia, mi norte.
¿Por qué recopilar estas historias?
Porque nadie más lo estaba haciendo, fue mi primera respuesta. Había estado alrededor de 4 años fuera de Ecuador, regresaba con nostalgia y ganas de hacer algo, de contribuir.
Al principio se pusieron frente a mi cámara amigos cercanos que me contaron sus experiencias, de cómo la pandemia los hizo enfrentarse a sus necesidades inmediatas, la pérdida de trabajo, la quiebra de negocios, el despido y la angustia de encontrarse solos. El hambre y la necesidad hizo que muchos de ellos buscaran trabajos alternativos o se refugiaran con parientes y parejas con el fin de llevar el encierro acompañados.
Durante mi recolección de historias me fui dando cuenta de la necesidad que tenían las personas de hablar, de comunicarle a alguien, a quien sea, que estaban vivos, que habían logrado superar la falta de dinero, incluso la enfermedad en algunos casos, las quejas y resignación de sus gobernantes.
Cuando las historias se iban publicando en redes, recibí notas de agradecimiento. No faltó quien las calificó de inspiradoras, donde la fuerza creativa y resolutiva de los entrevistados hacía eco en la gente que veía Historias Chiquitas en sus redes.
Luego de publicar unos cuantos relatos, le propuse a una ONG de Ecuador que recojamos más historias en el interior del país, con el fin de hacer un mapeo más amplio, explorar otros escenarios y vivencia más locales. El resultado fue “Crónicas de la pandemia”. Una serie de relatos enfocado en el problema y posibles soluciones.
¿Cómo contribuye contar historias al cambio social en medio de la pandemia?
Las historias son referentes, espejos, elementos de análisis y lo más importante, las historias se recuerdan, los datos no.
La pandemia del covid-19 será recordada durante décadas. Es uno de los acontecimientos más importantes del inicio del siglo XXI. Muchos libros se escriben y se escribirán sobre el tema, se harán películas, obras de arte, se hablará de las secuelas económicas, sociales y culturales, de cómo un virus detuvo por un breve lapso la frenética carrera hacia la globalización, las máquinas descansaron, Estados Unidos emitió dinero: 6 trillones de dólares para salvar a los bancos del colapso financiero.
Pero las consecuencias globales aún se siguen esperando. En este marco, Historias Chiquitas y Crónicas de la Pandemia podrán devolvernos al pasado con el fin de contrastar cifras, pero sobre todo experiencias de vida. Más allá de la individualidad del ser humano moderno y globalizado, está la solidaridad local de los vecinos y parientes, que sienten que solo juntos nos salvaremos, que la cooperación refuerza los lazos de empatía, nos brinda un propósito salvándonos momentáneamente de nuestra egoísta soledad.
¿Qué te dejó este proyecto?
En este proyecto, la recolección de historias, su edición y publicación se convirtieron en un tema personal que hicieron que mis destrezas en el manejo de equipos de video y edición se conjugue con mi preocupación por lo que sucede en mi entorno. Más allá de la situación política local, tomo parte en uno de los problemas más inmediatos y terribles de nuestra época: la acción humana en el deterioro del planeta.
Esa preocupación me mantiene informado y define en mí una opinión que se contrasta continuamente cuestionando modelos filosóficos y económicos que muchas veces convierten la ciencia y tecnología en instrumentos de lucro. O la idea de desarrollo, impuesta por las potencias mundiales, la cual no remedia los problemas sociales, sino más bien deshumaniza y aniquila toda posibilidad de identidad y cooperación.
El encierro y la desaceleración económica me ayudaron a entender mejor mi relación con los otros. Encontrarme con personas que compartieron un pedacito de su vida conmigo fue enriquecedor, reconciliador. Ese otro, tan extraño y peatón, por 20 minutos, fue mi espejo donde la empatía y la ilusión de fraternidad se hicieron reales gracias a esas palabras. No volvería a sentirme solo.
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Juan Zurita, padre de Jeremías, productor de video e investigador social.