Voluntariado = oportunidad ciudadana de transformación social
Se ha vuelto común decir que Latinoamérica es la región más desigual del mundo, pero no deja de ser extremadamente grave observar que en las ciudades de la región, el 10% más rico de la población concentra más del 35% del ingreso total y el 10% más pobre únicamente percibe el 2%.
Nuestros países no han sido capaces de generar ciudades armónicas, donde se promueva el desarrollo de los habitantes en condiciones de igualdad y respeto a los derechos y los asentamientos informales son una huella visible de esto. Se ha priorizado la generación de condiciones para promover la actividad económica privada, y la búsqueda de intereses individuales prevalece sobre el bienestar común.
Si por un lado las ciudades latinoamericanas se caracterizan por la desigualdad, por otro lado la ciudadanía es fundamentalmente una condición de igualdad. De manera general, la ciudadanía se entiende como el espacio en el cual los miembros de una comunidad nos encontramos como iguales. En ese sentido, es posible decir que las ciudades latinoamericanas son deficitarias en su esencia ciudadana.
Por lo tanto, la construcción de ciudadanía en la región Latinoamericana, está directamente relacionada en la superación de las dinámicas que son reproductoras de la exclusión social. ¿Qué relevancia tiene la práctica del voluntariado, entonces? Por su parte, el voluntariado entendido desde una perspectiva transformadora, puede ser una forma efectiva para la promoción de la ciudadanía. Consecuentemente, el voluntariado sería una herramienta que aporte a la construcción de nuevas dinámicas sociales.
En nuestra Latinoamérica desigual, esta práctica debe tener lugar principalmente donde la negación de la ciudadanía tiene su manifestación más extrema. Es desde las comunidades más pobres y excluidas, donde todos los latinoamericanos debemos asumir la responsabilidad de trabajar por nuevas sociedades democráticas basadas en la igualdad y la búsqueda de la justicia social.
Para concebirlo como una forma de ejercer la ciudadanía desde una perspectiva transformadora, el voluntariado debe dejar atrás las formas que lo suponían como una práctica de caridad o filantropía, para enmarcarlo dentro de una forma de promoción de dinámicas sociales que aporten al cambio de paradigma predominante de reproducción de desigualdad.
El voluntariado como práctica de la ciudadanía debe partir del reconocimiento de la igualdad entre todos los miembros de la sociedad. Esta se concibe principalmente a través de dotar de amplios derechos el contenido de la ciudadanía. Así mismo, se reconoce que el bienestar de cada uno depende del resto y en ese sentido, todos tenemos responsabilidades con los demás miembros de la sociedad.
Desde esa óptica el voluntariado es una herramienta para reforzar la dimensión pública de los problemas sociales y puede aportar a la transformación de nuestras sociedades desiguales de privilegios, en sociedades igualitarias de derechos.
La perspectiva transformadora del voluntariado, que actúa en un contexto concreto dominado por la lógica del mercado, propone frente a la desigualdad y la segregación, la igualdad de derechos. Ante la hegemonía de los intereses privatizados, la colaboración recíproca. En contraposición de la dinámica de los precios y el lucro, la acción colectiva gratuita. Frente a un modelo de sociedad basado en el individualismo, la construcción del bien común.
____
Este es un contenido Copyleft (ↄ). Puedes reproducir este y cualquier otro contenido de nuestro blog y compartirlo en diferentes soportes (online, papel, etc.) siempre y cuando cites la fuente, con el enlace a la página principal del propio blog de Idealistas.
Luis Bonilla es salvadoreño, licenciado en economía. Luis partió como voluntario de TECHO (en ese entonces Un Techo para mi País) y apoyó al equipo de Nicaragua a implementar el trabajo junto a los pobladores de asentamientos. Además, trabajó dentro del equipo de Desarrollo de Fondos de la organización a nivel regional. Actualmente, es el director regional de TECHO en México y El Caribe, encargado de apoyar la gestión de 3 de los 19 países en que la organización mantiene presencia en Latinoamérica.