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¿Están donantes y ONG matando el capital humano?

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Elena Martín

Ilustración de manos levantadas con un ícono de dinero en su palma

No nos cansamos de hablar de la necesaria profesionalización del tercer sector, pero lo cierto es que aún la mayoría de las organizaciones sin fines de lucro, se apoyan mayormente en voluntarios para seguir adelante. Esto se traduce a menudo en altos índices de rotación, ineficiencia, falta de los conocimientos y herramientas necesarias, además del reto de que los voluntarios cumplan con su compromiso.

La profesionalización requiere salarios dignos para que gente con talento que quiere ponerlo al servicio de las buenas causas, pueda considerar trabajar en una organización como una opción para su futuro. Pero si necesitamos pagar salarios, ¿de dónde sacamos los recursos?. A primera vista parece que las ayudas estatales o internacionales, recibir apoyo de una fundación o recaudar dinero de donantes individuales, parecen ser las respuestas más comunes. No hay un problema cuando se paga a profesionales o se sostiene la estructura de una ONG con fondos de terceros… pero cuando hablamos de donantes individuales, hay estudios que han demostrado que las cosas se complican.

Percepciones…

Esta es la realidad nos guste o no: el donante no le da el mismo valor a la construcción de un pozo que proveerá de agua potable a una comunidad, que a que su donación vaya a pagar parte del salario de la persona que coordina los procesos de construcción de dichos pozos, con todo lo que esto implica.

En Estados Unidos, donde han estudiado la percepción del donante, las organizaciones saben que en su intento de ser transparentes, si muestran a sus donantes que su dinero fue destinado a pagar salarios (aunque solo sea un porcentaje pequeño), al donante no le hace ninguna gracia… Entonces, si no pueden conseguir fondos de otros lados, la tendencia sigue siendo evitar costes de personal o bien ofrecer salarios bajos y poco competitivos.

Con esto hay quien afirma que corremos el peligro precisamente de perpetuar la situación en la que nos encontramos, un tercer sector donde se hace muy difícil atraer y retener profesionales, porque es difícil conseguir fondos para poder pagarlos o incluso si se consiguen, parece no estar bien visto que el director general de una organización, gane un sueldo acorde con la responsabilidad, experiencia y niveles de conocimiento que requiere el puesto.

Esta es justo la batalla planteada por Dan Dellotta en esta charla en la que habla de como en la empresa privada ser exitoso y ganar dinero es algo de lo que estar orgulloso, mientras que parecemos tener incluso las propias ONG una reacción casi visceral a que las personas ganen dinero ayudando a otros. Pueden leer más de sus interesantes argumentos aquí.

¿Qué hacemos?

Parece que además de la cuestión ‘¿de dónde sacamos los fondos?’, nos estamos enfrentando a un problema de percepción además de una reacción de las propias ONGs que perpetúa el problema.

Desde la Universidad de Harvard, las mismas personas que estudiaron las diferentes percepciones de donantes según si sabían o no si sus donaciones iban a sufragar gastos de personal, han venido realizando diferentes estudios y tests para ver en qué manera se pueden encontrar vías para comenzar a cambiar esta percepción. Por lo que parece, los resultados por el momento no son muy alentadores. En sus diferentes intentos la gente sigue no viendo bien que sus donaciones apoyen la supervivencia de una estructura profesional para la organización, aunque se ha demostrado también que si saben que estos gastos los sufraga otra entidad público o privada, entonces no tienen problema en seguir donando.

Una interesante propuesta es la de DonorsChoose.org. Tras recaudar fondos, a la hora de mostrar dónde había ido el dinero (transparencia), acababan con donantes decepcionados porque sus aportaciones se usaron para gastos de personal. Lo que ahora hacen es que cuando piden a una persona que done, le ofrecen la opción de si quiere donar un porcentaje de esa cantidad para sostener los gastos necesarios de la estructura de la organización y su personal. El 85% parece que dicen sí, lo que nos lleva a una conclusión interesante: quizás la clave no está en dónde va el dinero, sino si somos transparentes con nuestro donantes desde el principio y si les damos la opción de elegir.

La respuesta no parece tan fácil y somos también conscientes que en diferentes países las realidades son diferentes. Sin embargo sospechamos que en nuestra región es posible la historia es un poco así también. ¿Cuál es su experiencia? ¿Les cuesta financiar los gastos de personal? Como potenciales donantes, ¿prefieren donar para mantener la estructura de la organización, donar para el fin el sí o esto no es algo que les importe?

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Elena Martín

Redactora y editora del blog de Idealistas.org. Modero la comunidad de usuarios de sitio en español y trabajo para hacer de Idealistas.org la web de referencia para todos los que quieren aportar su granito de arena al cambio.