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Alberto Peroni y su colega Laura sentados riendo

Uno no sabe lo que de un día para otro se nos viene encima. A veces, tampoco imaginamos cómo estas situaciones nos pueden hacer reaccionar. Alberto Peroni es un pequeño empresario de Ciudad de la Plata en Argentina. Sigue la tradición familiar con un negocio de diseño y confección de uniformes, Casa Peroni, que se remonta a 1950. La música le acompaña en su tiempo libre, es DJ y lleva adelante un programa de radio. Luego está su otra compañera, su mujer Laura, psicóloga trabajando en un centro de salud en una zona muy carenciada de la ciudad. Hasta ahí todo normal... hasta que el COVID nos golpeó a todos.

Cuando fueron consciente de la magnitud de lo que se avecinaba allá por marzo, no lo pensaron mucho. Había una necesidad y ellos eligieron empujar ¿cómo? Con un grupo en Facebook Emergencia, colaboremos desde casa. Lo que pasó después fue extraordinario.

“En un principio, nos cuenta Alberto, al ver lo que se venía convocamos a más de 2.700 miembros a través de un grupo de Facebook. Para comenzar pedíamos donaciones de bolsas de fliselina, de hacer los mandados, ecológicas y después sumanos fliselina, elásticos, radiografías para transformar en máscaras e hilos para las costureras, que fueron más de 100, hermosas guerreras, de entre 20 y 85 años, brindaron sus máquinas, pusieron su saber y trabajo a disposición. Recibimos más de 400 donaciones. Cada día se sumaban más de 150 miembros al grupo con ganas de ayudar. Fue algo increíble”

Y estos números no son los únicos, en una publicación en el grupo de final de noviembre se hace recuento de todo lo que se consiguió:

Se cubrieron: los 47 Centros de Salud de la Ciudad de La Plata y alrededores, Policías de calle, de Tránsito y Recolectores de Residuos. Luego 4 Cárceles, más de 12 Hospitales, 11 Residencias de Adultos Mayores, IDANI , 3 Institutos de Niñez y Adolescencia, 4 Escuelas Públicas , 3 Clubes y por ultimo más de 50 Comedores, Ollas Populares y Merenderos.

Entre todos y todas se donaron más de 11 mil barbijos, 600 camisolines, 400 cofias, 400 cubrebotas y 500 máscaras de protección facial. Se entregaron sábanas, ropa y juguetes. Se conectó gente para conseguir trabajo, también dimos apoyo psicológico a quienes lo necesitaron.

Sorteando retos que no frenan, impulsan

Sin duda se pasó la voz. Alberto no daba más de sí con las redes sociales y tratando de organizar, contestando tres celulares a la vez. Dividieron la Ciudad de la Plata en cuadrantes para retirar las donaciones, sanitizarlas, clasificarlas y entregarlas a las costureras y luego volver para retirar los barbijos cofias, camisolines y cubre botas, separarlos para hacerlos llegar a quién lo iba necesitando. “Fue una locura, tuve que aprender de logística, distribución, organización y mucho más… todo solitos desde nuestra casa” 

Telas y materiales
Material donado al Centro de Salud número 13

Pero el tenerlo que manejar todo desde la casa no fue el único reto. “Por un lado era una alegría enorme poder aportar un granito de arena. La tristeza es ver que a largo plazo hay cosas que no han cambiado. Al principio otro reto era tener permiso para circular. Una vez fui a una zona muy carenciada. Las calles de tierra, llovía y hacía frío a retirar insumos. Acabé con el auto en una zanja. Pero anécdotas como esa no te detienen, al contrario”.

Y además aprendizajes...

Al preguntarle por el aprendizaje de todo esto Alberto me contesta: “ENORME" con mayúsculas. "El contacto con gente que le tocó poner su cuerpo, su vida en peligro por los que nos quedamos en casa. Aunque nosotros también fuimos de un lado para otro. Conocer gente que no tiene nada, que se junta con otros que no tienen nada para ayudar a otros que tampoco tienen nada, eso fue muy ‘shoqueante’. Aprendí a ver muchísima solidaridad de la gente común. Entregamos insumos a gente muy necesitada y muy diversa. Ahí se va las fallas del estado. La honorable cámara de senadores de la provincia de Buenos Aires distinguió a Casa Peroni por su enorme acción solidaria”. 

Voluntarios con mascarilla posando fuera del merendero Los Duendes del Parque
Donación desde Casa Peroni, de tela, cofias y barbijos para el comedor/merendero Los Duendes Del Parque

Hoy después de meses de compromiso sin descanso, Alberto y Laura han decido hacer un alto por ahora. Pero el legado ahí queda y es súper inspirador.

Ver un problema, imaginar una manera para atajarlo, conectar con las personas y los recursos y sobre todo, actuar para conseguir resultados que en este caso fueron sin duda de un enorme apoyo para muchos. Intenciones transformadas sin pensarlo mucho en acciones. Una lección de ciudadanía activa y unas últimas palabras de Alberto para aquellos que anden queriendo hacer algo pero no hayan dado el paso.

“Se empieza dando el primer paso, juntarse con amigos, amigas. Siempre se puede aportar algo a esta sociedad tan desigual, siempre. Alimentos, ropa, enseñar algún arte, algún oficio".

Y que así sea. Que esta historia inspire a muchos y muchas a dar esos pasos y a construir un mundo más solidario, menos desigual y más justo. Gracias a Casa Peroni y a Alberto por compartirnos una historia donde la humanidad ganó por goleada al miedo y la pandemia.

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Elena Martín

Redactora y editora del blog de Idealistas.org. Modero la comunidad de usuarios de sitio en español y trabajo para hacer de Idealistas.org la web de referencia para todos los que quieren aportar su granito de arena al cambio.