No escondas los errores, ¡compártelos!
En una sociedad que premia los éxitos y penaliza el fracaso, es difícil admitir que nos hemos equivocado y más hacerlo públicamente. Sin embargo, ¿cuál es el coste de no hacerlo?, ¿es más eficiente callar y esconder o compartir y aprender?
A menudo reconocemos lo que aprendemos cuando pasamos por momentos difíciles. Si aprendemos pero no compartimos lo aprendido estamos casi siendo complices del fracaso de otro. ¿Cuántos proyectos podrían ser prósperos si quienes lo inician hubiesen podido escuchar las lecciones aprendidas de alguien que intentó algo similar antes?
En base a este concepto encontramos un par de proyectos que nos han parecido interesantes, ya que se atreven a pesar más allá de lo establecido y reconocer un valor en algo que está tan estigmatizado como el fracaso.
Son dos websites en inglés, pero una vez más aunque el idioma pueda ser una barrera para algunos, queremos usar la idea para inspirar. La primera se llama FailFaire e invita a desarrolladores web a compartir sus experiencias no tan gratificantes. Además de la web, se organizan eventos donde la gente se reúne y comparte fracasos públicamente. En lugar de esperar caras de desaprobación o que te miren como un perdedor, el ambiente es todo lo contrario. Se fomenta el apoyo y aprendizaje mutuo, de forma que todos se benefician de cara a nuevos intentos. Esta puede ser una idea a replicar en muchas disciplinas, especialmente entre emprendedores.
Por otra parte encontramos la web Admitting Failure dividida en tres áreas clave: 1. Entendiendo el por qué el fracaso sí es valioso, 2. Historias de fracasos de las que podemos aprender y 3. Comparte tu propia historia para que otros aprendan de ella. Cuando navegamos por la web, encontramos desde evidencias de cómo algo que funciona muy bien en una parte del mundo, puede ser un desastre en otro si no tenemos en cuenta las variables culturales, hasta la revelación de lo importante de entender las diferencias entre hombre y mujer antes de llevar a cabo prácticas conjuntas de grupo en determinados países.
Siguiendo este mismo concepto, Ingenieros sin Fronteras de Canadá decidieron publicar un informe anual sobre los errores más evidentes y cómo usarlos para seguir contruyendo en una buena dirección. Desde fallos en la comunicación, la transparencia, en el desarrollo de estrategias, esta organización decidió no culpar a las circunstancias y mirar dentro. Asumiendo los errores, aprendiendo de ellos y compartiéndolos con el mundo es sin duda un ejercicio de responsabilidad y generosidad. ¿No sería fantástico poder participar en un ejercicio de reflexión así en empresas, organizaciones, agrupaciones…?
Otra vez más, este es un modelo que en realidad podemos poner en práctica en nuestro lugar de trabajo, con nuestra familia, nuestros amigos… Iniciar una conversación con un grupo de personas, especializadas en un campo de trabajo o no y plantear que cada uno comparta un error y una lección… ¿qué creen que podría salir de ahí? ¿Piensan que esta es una buena fórmula para avanzar o por el contrario da demasiado miedo reconocer en público los fracasos?.
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