¿Por qué nos cuesta tanto donar plata?
Por La Nación | Para LA NACION – Publicado en edición impresa
¿Existe un camino efectivo para que cada uno de nosotros, como individuos, podamos aportar a lograr cambios profundos en la vida de muchas personas que necesitan de nuestra ayuda?¡Sí! El camino es que las personas asuman cada vez más un compromiso económico sostenido y permanente con una ONG que esté trabajando de manera eficiente en alguna temática social.
Siempre se dice que los argentinos somos solidarios, pero en general nos movemos por impulsos y reaccionamos cuando hay una catástrofe natural o social de gran magnitud. Todos hemos visto cómo somos capaces de lograr un estadio de fútbol lleno de colchones y cómo se colman los camiones con alimentos o ropa para una zona inundada. ¡Pero estas acciones son sólo paliativas y no alcanzan para cambiar profundamente la realidad!
Si nos animamos a pensar en las donaciones como una verdadera inversión social, buscamos una ONG que trabaje bien dando respuesta a la temática que más nos preocupe y nos comprometemos con una donación mensual regular estaremos contribuyendo a una labor estratégica que transforme nuestra sociedad. Y así podremos cambiar la vida de las personas que tienen menos oportunidades, colaborar con la investigación de alguna enfermedad o aportar a la cultura, entre muchos otros temas que abordan las organizaciones de la sociedad civil en nuestro país.
Con una contribución sostenida, por menor que nos parezca, podemos elegir hacer un aporte más efectivo y más duradero, que contribuya con el desarrollo futuro de la comunidad y no sólo responder de forma asistencialista a una necesidad inmediata. La donación es básicamente un acto de confianza y para que las ONG se ganen esa confianza es fundamental que el donante tenga la tranquilidad de que usarán su dinero de la mejor manera posible, y la certeza de que, gracias a su donación, se producirán cambios positivos en la comunidad.
Las organizaciones tienen, entonces, el enorme desafío de comunicarse más y mejor con la sociedad, dando a conocer su misión y la forma en la que trabajan. además tienen la obligación de agradecer las donaciones que reciben, de usar cada aporte para el propósito prometido y de ser transparentes en el uso de los fondos (no sólo de emitir un recibo por cada donación que obtienen, sino también de rendir cuentas de manera profesional y periódicamente, informando a los donantes sobre cómo se invirtió su dinero y qué impacto se obtuvo).
Los aportes individuales son muy importantes para las organizaciones sociales por más de un motivo.
Por un lado, les permiten tener previsibilidad, ser sustentables. Cuando el financiamiento de una ONG depende básicamente de unos pocos donantes ya sean personas con alto poder contributivo, empresas o el Estado, esta organización está en un constante riesgo, ya que si alguno deja de apoyarla sus finanzas se verán complicadas. Si, en cambio, la organización se financia a través del apoyo de muchos pequeños donantes será mucho más saludable, ya que no sufrirá un gran impacto si uno de sus donantes debe dejar de hacer su aporte y siempre podrá seguir sumando nuevos pequeños donantes.
Por otro lado, el apoyo de muchas personas le brinda a las organizaciones la capacidad de recuperar su base social, legitimiza su misión al mostrar que es un trabajo que muchas personas consideran valioso y apoyan con su esfuerzo económico, aunque este sea pequeño.
Por eso muchas ONG en la argentina, así como han ido profesionalizando todo su accionar, también han mejorado las técnicas para solicitar fondos, incluyendo cada vez más pedidos de pequeños montos a individuos. En este campo, como en otros sectores, el boom de las redes sociales posibilitó nuevas fórmulas para llegar a públicos insospechados a la hora de pedir dinero.
¿Pero por qué nos cuesta más este hábito de donar? Tal vez por tener en nuestros orígenes una impronta más latina, los argentinos solemos ponerle garra y corazón a las cosas, y en el caso de la solidaridad muchas veces ponemos incluso el cuerpo a través del voluntariado, lo que tiene resultados alentadores y emocionantes, pero muchas veces sólo esporádicos. Lo que más nos cuesta es el compromiso sostenido en el tiempo, sobre todo si involucra el bolsillo. Pero debemos saber que no hay ninguna organización, por más valiosa que sea su misión, que pueda tener éxito sin los fondos necesarios para llevarla adelante.
Sin embargo, creo que hoy las circunstancias son óptimas para el cambio cultural con el que soñamos: cada vez existen más ONG que están trabajando muy bien y por otro lado, los argentinos estamos encaminándonos hacia una mayor madurez como ciudadanos y empezando a participar más, haciéndonos cargo de lo público como una responsabilidad de todos. Estoy convencida de que nadie dejaría de donar si entendiera el enorme impacto positivo que su acción individual puede tener sobre la vida de los otros, cuando se suma a muchas otras acciones pequeñas y sostenidas.
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Desde mi trabajo como voluntaria ayudo a personas que no tienen acceso al sistema de salud en Nueva York traduciendo de inglés a español y vice versa eventos de salud gratuitos y gestionando actividades de divulgación. A su vez, coordino los medios sociales de la organización a la que sirvo.