¿Por qué las buenas estrategias fallan?
En la naturaleza las especies se extinguen, en nuestro día a día, los seres humanos fracasamos. Y entonces, nos preguntamos, ¿es algo que no podemos evitar o algo en lo que debemos trabajar? Si bien el ejemplo de las especies nos invita a hacer algo para detenerlo, en los fracasos sucede algo similar pero hasta cierto punto. No se trata de evitarlos a toda costa, si no de aprender de ellos y procurar no cometer los mismo errores una y otra vez.
Pensando sobre el tema me encontré con este artículo, el cual resume en una sola palabra el principal factor que ocasiona que una buena estrategia termine fallando: la ejecución. Una idea y una planificación por muy buena que sea, solo puede lograr su máximo potencial cuando se implementa, en otras palabras la manera en cómo la ejecutamos determina su éxito o su temido fracaso.
El gran problema radica en que una vez se decide el plan a seguir, no se lleva un seguimiento exhaustivo que garantice su buena ejecución y que por consiguiente, permita que todos los factores involucrados en el plan de trabajo funcionen paralelamente para que el beneficiario final reciba el producto o servicio que necesita.
La ejecución es sin duda clave en este proceso y debería tener tanta prioridad como la planeación. Otros factores dentro de la ejecución e incluso la planificación, pueden ocasionar que una estrategia no alcance su máximo potencial. Estos son algunos de ellos:
- Empezar proyectos de prisa: según Emilio Froján de Impact Hub de Madrid "el rendimiento de una idea se relaciona más con la conciencia que con la velocidad", en ocasiones nos aceleramos demasiado y como quizás has escuchado antes, 'del afán no queda sino el cansancio'. Una buena estrategia tiene su tiempo y momento adecuado, no ejecutarla en el momento adecuado, puede generar errores que reduzcan su impacto.
- Prestar demasiada atención a la planeación: si bien la planificación es primordial en cualquier proyecto, la falta de equilibrio entre el diseño de un plan y su seguimiento puede ser altamente perjudicial.
- Falta de liderazgo: no se delegan funciones y responsabilidades importantes en cada proceso, se centraliza demasiado, ocasionando que en proyectos más extensos se pierda el control de la situación.
- Falta de sincronización: no se presta la atención suficiente a los detalles, y por ello, se pasan por alto procesos que aunque parecen tener direcciones distintas, coinciden en determinado punto, generando problemas que desde un principio no se tuvieron en cuenta y podían evitarse.
- Poca comunicación: como organizaciones, en ocasiones nos olvidamos de comunicar dentro de nuestra organización a todas las personas involucradas, y es cuando sin querer, se pasan por alto decisiones que pueden afectar los planes de otros departamentos o equipos de trabajo.
- Poca preparación ante las eventualidades: parte del trabajo que se lleva dentro de las organizaciones es permanecer activos y no reactivos frente a lo que pasa a nuestro alrededor. Ser conscientes y actuar de acuerdo a los cambios rápidos que el mundo de hoy experimenta, nos puede mantener alerta ante posibles alteraciones en nuestros planes y estrategias.
Seguramente existen muchas más razones por las que una buena estrategia puede terminan en su total fracaso, sin embargo, tener en cuenta los factores anteriormente mencionados, ayudará a que tu organización tenga más presente el proceso durante y después de una estrategia y no solamente su creación.
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Desde mi trabajo como voluntaria ayudo a personas que no tienen acceso al sistema de salud en Nueva York traduciendo de inglés a español y vice versa eventos de salud gratuitos y gestionando actividades de divulgación. A su vez, coordino los medios sociales de la organización a la que sirvo.