¿Puede un extraño con su gentileza cambiar radicalmente tu vida?
Y esta es la historia…
Cuando tenía diecisiete años trabajaba en un apeadero de camiones en California. Ese fue mi primer trabajo. Me acababa de mudar a mi propio departamento y la verdad, no estaba nada emocionada sobre cómo me estaban yendo las cosas. No paraba de pensar: “¿Y esto es todo? Esto no puede ser todo”. Por mi mente no pasaba la idea de ir a la universidad, tomar riesgos o algún tipo de decisión que realmente pudiese cambiar mi vida. El mundo me daba miedo y por lo general, desconfiaba de la gente. Durante los largos años de mi adolescencia, sentí como si una ola hubiera arrojado mi cuerpo contra las rocas afiladas de la orilla. Mi espíritu y mi manera de mirar la vida estaban simplemente rotos.
Una noche, un hombre entró en la estación de servicio para repostar su camión. Trató con empeño de iniciar conversación, yo lo ignoré. Luego dijo: “¿Puedo mostrarte un truco de magia?”. Por supuesto, siendo como era todavía bastante joven e infantil, acepté. Se presentó a sí mismo: “¡Soy Nathen Sinclaire, el mago de la carretera! ¡Abre tu corazón y sé valiente con tu mente, mientras te hago preguntas haciendo un truco de magia!”. Y así pasó las siguientes dos horas haciéndome compañía y mostrándome trucos de magia mientras trabajaba en mi turno. Sin embargo, no solo me estaba mostrando trucos de magia. Hablamos sobre la vida y con cada tema, había un truco de magia para acompañarlo. Lo llamó “una forma de ver las cosas de manera diferente”. Al final de mi turno yo estaba convencida de que era un ángel.
De niña, siempre me habían dicho que a veces los ángeles se disfrazan de personas para ayudarlos a superar los obstáculos en la vida.
Estaba dispuesta a hacerle más preguntas y a mostrarme vulnerable sobre mi vida.
Me abrí y le conté lo sola que me sentía en el mundo, como tenía una familia pero no sentía que ese hogar era mi hogar. Experimenté muchos traumas mientras crecía, desde abuso sexual hasta abuso emocional, una historia para otro lugar y momento. Nathen fue muy receptivo a mi historia y me aseguró que éste no era el final. Estaba ansiosa por aprender cómo abordar la vida con la actitud y el espíritu que él tenía. Mientras escuchaba, absorbiendo cada palabra que salía de su boca, agarré el libro que había traído conmigo al trabajo. De repente se detuvo y dijo: “¡Espera! ¡¡Espera un minuto!! ¡¿Qué es lo que tienes allí ?!”. Era el libro de Los Ángeles de la Desolación de Jack Kerouac. Sonrió de nuevo, casi como si tuviera otro secreto maravilloso que compartir conmigo. Se recostó, se llevó la mano a la barbilla y dijo: “¡Espera, ya vuelvo!”
Nunca había visto a un hombre de su edad correr tan rápido. Volvió tosiendo y casi sin aliento. En su mano tenía un palo de senderismo. Continuó contando historias de cómo hizo autostop desde la costa este a la costa oeste, saltó de un tren, durmió junto a ríos y subió montañas. Desearía poder recordar todos los detalles de sus historias, pero estaba demasiado distraída fascinada por la persona más interesante que había conocido en mi vida. Estaba radiante de emoción y asombro. Después de escuchar todas sus historias, dijo: “Quiero que tengas este bastón de senderismo, y quiero que te lleve a las montañas y a lugares que solo has visto en tus sueños”. En este punto, el honor y el amor que me mostró me hizo llorar. Me abrazó y dijo: “Todo va a estar bien, querida. Tienes tanta vida que vivir “. Nos despedimos, él escribió su número en mi libro y me dijo que lo llamara cuando lo necesitara.
Seguimos siendo grandes amigos después de aquello. Él fue como el padre que nunca tuve. Me llamaba, me deseaba feliz cumpleaños todos los años… me ofreció todas las cosas maravillosas que una amistad tiene para ofrecer. Él fue el comienzo de la nueva familia que estaba empezando a crear para mi. Lo extraño de todo esto es que la única vez que lo vi fue la primera vez que lo conocí y sin embargo, él ha sido una gran parte de mi vida.
Años después, Nathen me invitó al grupo de Facebook “Idealist of the World”. No me comentó nada del grupo y todo fue un misterio para mi. Fue el único grupo al que me invitó, así que mi corazón sabía que tenía que ser algo importante. Movida por la curiosidad, me uní al grupo y mi corazón se llenó de sentido de pertenencia de nuevo. No me sorprendió en absoluto que Nathen fuera parte de una comunidad tan hermosa de amor, belleza y paz. Compartí una relación tan hermosa en el poco tiempo que tuve con Nathen, y es un privilegio que él haya estado aquí con todos ustedes, también, por un tiempo.
Animo a todos a amar y “transitar el camino de la belleza”, es el mejor legado que jamás alguien haya dejado atrás. Estoy segura que él ha tocado muchos corazones a través del grupo de Facebook “Idealist of the World".
No hace mucho, Nathen falleció. Fue el día que más temía pero nunca lo hablé con él porque sabía exactamente lo que me diría. Probablemente me recordaría que la vida es temporal y que todos tenemos que atravesar este túnel y llegar a al otro lado. Me diría que fuese un ejemplo de amabilidad, que honrara las enseñanzas de los que amé y perdí, y me diría algo que había dicho cientos de veces a otras personas: “transita el camino de la belleza”. Me gusta pensar que todavía me está cuidando y que algún día volveremos a compartir el mismo cielo. Siempre creo que las personas que vienen a tu vida vienen con una enseñanza, una lección. Se necesita un gran coraje para reconocer el dolor en otra persona y usar el amor y la compasión para alentar un cambio en su espíritu. Sí, hay muchas cosas malas en el mundo, pero también hay belleza por la que vale la pena luchar. Todos somos hermanos y hermanas y estamos en esto juntos, y todos debemos liderar con el ejemplo y nunca olvidarnos de transitar el camino de la belleza.
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