¿Quieres realmente hacer la diferencia?, pregúntate qué te duele
Entre otras muchas razones, si hay una de peso que mueva a las personas a transformar sus intenciones en acción es la de que algo les moleste profundamente, les frustre, les conmueva, les duela.
Lo que realmente nos toca la fibra sensible, es visto a menudo como esa ‘gota que colma el vaso’. Cruzada la línea no hay opción, no hay marcha atrás, no hay excusas. No importa lo fácil o difícil que sea: actuar pasa de ser una opción a una necesidad.
Esa acción puede tener muchas caras. Puedes decidir dejarlo todo y viajar a un continente lejano para colaborar con una causa, salir con tu termo de café a la calle y ofrecer algo caliente a quienes sufren el invierno sin un techo, o dejar de comprar productos de una determinada marca por una determinada razón.
En primera persona…
Sol Verdier tropezó un día con un cuento. Esta diseñadora gráfica freelance, mamá que trabajaba desde casa se sintió tan movida por el mensaje de la pequeña historia, que sintió que no cabía otra que hacer algo al respecto. Era el cuento del Café Pendiente (por favor, no dejen de leerlo si aún no lo han hecho: es conmovedor). Dicho y hecho, ese mismo día montó una página web y una página en Facebook. Cinco meses después 40.000 personas siguen la iniciativa en la red social que durante todo este tiempo no ha parado de recibir peticiones, sugerencias, cafés sumándose, donaciones, gente ofreciéndose voluntaria e iniciando el café pendiente, la empanada pendiente, el juguete pendiente… en otras ciudades incluso otros países de habla hispana.
Carolina Escobar es colombiana pero vive en España. Para ella el detonante fue el documental “9.70”, una resolución del Gobierno de Colombia que regula el uso de las semillas dentro del país obligando a los campesinos a comprar cada año semillas certificadas, en lugar de poder guardar las mejores para la siguiente cosecha, como tradicionalmente se ha venido haciendo durante generaciones. Las cosas indignan cuando son injustas y duelen incluso más cuando tocan a tu propio país y a tu propia gente. Carolina, nieta de agricultores y desde España, pudo pensar en la separación geográfica como barrera y sin embargo encontró la manera de contribuir: creó una petición en Change.org solicitando firmas para pedir al gobierno que diese marcha atrás a una resolución que se encuentra en estos momentos paralizada durante los próximos dos años. Las firmas se siguen recogiendo.
Estos son solo dos ejemplos, pero como estos hay miles. Cada día recibimos emails de gente que quiere hacer algo pero no saben qué o por dónde empezar. Para ti que nos lees, la próxima vez que te preguntes, ¿qué puedo hacer yo?, no te quedes en el obstáculo o en la falta de claridad. Piensa qué te duele, qué te conmueve, que te frustra… Vuélvelo a pensar de nuevo hasta que encuentres la RAZÓN, esa razón que te toca tan de cerca que te hará pasar a la acción incluso si no sabes cómo vas a hacerlo.
Conclusión: si estás buscando hacer la diferencia, implicarte y actuar, no te preguntes ¿qué puedo hacer yo?, sino ¿qué me duele tanto que no tengo tiempo de hacerme preguntas?, ¡tengo que actuar!.
Y a ti, ¿qué es algo que te duele?.
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