"Servir a la humanidad es la mejor obra de una vida”
¿Es posible hacerse rico dando? Voluntarios de aquí y de allá nos comparten sus reflexiones acerca de una pregunta: ¿En qué manera el voluntariado te enriqueció cómo persona, qué te enseñó?
Cada una de sus experiencias les tocaron en una forma especial. Les pedimos que nos las compartan para que más sean los que se animen a ‘enriquecer’ y a ‘enriquecerse’.
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Juan Escobar – Resistencia, Chaco – Argentina
“El voluntariado marco un antes y un después en mi vida y soy un incansable promotor de este estilo de vida. Todos nacimos para cumplir un destino particular y dejar una huella.
Cuando era muy chico, mis padres fundaron una ONG en mi casa para ayudar de diversas formas a la gente de la villa, hoy un barrio aún humilde y no muy bien visto. La verdad es que colabaraba pero nunca me había involucrado demasiado, era algo de ellos.
Al inicio de la secundaria empecé a participar como misionero y catequista; ya más adolescente participe en una intervención social con un par de compañeros de la secundaria que me invitaron para ayudar a un barrio marginal de la ciudad. Por esos entonces comenzaba a participar en el centro de estudiantes y comenzaron a despertarse varios intereses desconocidos para mí, a leer más, a capacitarme, agruparme, idear actividades y proyectos. Finalizada la secundaria comencé de inmediato a trabajar y arranque mi actual carrera, pero en los primeros meses de facultad, me diagnosticaron cáncer y todo cambio.
No puedo decir que haya sido un proceso fácil, pero en ese año aprendí muchas cosas, aprendí de mí mismo, empecé a escuchar y a ver de otra manera. Retomar la rutina no fue fácil, pero enseguida comencé con mis ideas voladas, proyectando nuevos emprendimientos, soñando con ir al primer mundo para participar de un programa empresarial. Y aprendí también que las cosas no siempre se dan como esperamos, que los grandes nos subestiman más que nosotros mismos y pensé que quizás debía volver a lo mismo. Un día alguien que me dio varias oportunidades me dijo que en la provincia vecina había un grupo de chicos con ideas locas como las mías y como siempre fui curioso decidí leer y me gusto.
Poco a poco fui conociendo JCI (Junior Chamber International), me vi rodeado de jóvenes con quienes compartía más que solo ganas o entusiasmo, compartía ideales, valores, ganas de hacer. Comprendí que nadie más que uno se hace de los caminos, abre puertas y encuentra oportunidades, y que junto a otros, esto se potenciaba. Quería ser un agente de cambios positivos y ser aunque más no sea, un eslabón para ayudar otros jóvenes a conseguir oportunidades de desarrollo que les permita ser actores fundamentales del presente, ser protagonistas de cambios.
Cambios para adentro y para afuera. Por un lado, tuve la posibilidad de conocer amigos, de viajar, de profesionalizarme, de crear redes de contactos, de capacitarme, de desarrollar mis potenciales, de ocupar cargos, de descubrir más y nuevas cosas, dejando de lado varias cosas sobre todo el papel de expectante desde el sillón de la casa, pero fundamentalmente aprendiendo en el hacer y siendo consecuente con lo que pensaba, con lo que creía, con valores y principios fundamentales.
Poco a poco fui buscando la forma de saciar ese hambre por hacer, por sumar mi granito de arena. Conocí y en diferentes oportunidades me sume a varias organizaciones como Rotaract; Chaqueños hasta la médula, Techo, Aiesec, Red Ser Fiscal y TEDx.
¿Por qué yo? ¿Qué puedo hacer yo? ¿Qué estoy haciendo? Muchos me cuestionaron el por qué, por qué gasto tiempo, esfuerzo, dinero si nadie me paga. A veces no entienden que obtenemos riquezas invaluables que resguardamos en nuestro interior y nos hace ser mejores, mejores ciudadanos, mejores estudiantes, padres, hijos, trabajadores, mejores personas.
Mediante el voluntariado, podemos encontrar el poder de transformar nuestras pasiones en acciones, y trascender de nosotros mismos para unir sonrisas, esfuerzos, compromiso, entusiasmo, desafíos, problemas y soluciones con quienes entienden que quizás nuestras acciones por más pequeñas cuentan, y aunque grandes y significativas muchas veces no van a implicar que veamos resultados palpables hoy, pero que seguramente tendrán un impacto mayor en el futuro.
Y así como debemos ponernos de pie por todo lo correcto también debemos ir contra de aquello que necesita cambiar. Todo intento vale, creo que tenemos la responsabilidad social individual de involucrarnos. Saber que algo está mal, saber que podemos hacer algo para ayudar a cambiar eso y no hacerlo, nos convierte en cómplices de los responsables directos.
No dejemos de cuestionarnos cómo cada uno podemos marcar la diferencia, empezando por hacernos cargo de la hora y el momento que nos tocó vivir, dejando de lado la creencia de que por ser jóvenes merecemos algún trato preferencial; pero sí nos debemos el poder de ciudadanos libres para liderar. Espero que cada vez seamos más los que traduzcamos nuestras voluntades en acciones y nos atrevamos a actuar. Súmense y corran la voz, “servir a la humanidad es la mejor obra de una vida”.
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Desde mi trabajo como voluntaria ayudo a personas que no tienen acceso al sistema de salud en Nueva York traduciendo de inglés a español y vice versa eventos de salud gratuitos y gestionando actividades de divulgación. A su vez, coordino los medios sociales de la organización a la que sirvo.